¿Qué significa ser mujer en El Salvador?
Ser mujer en El Salvador significa incluso ser violentada por quienes, cuya máxima prioridad, debe ser proteger a las víctimas. Por eso ha causado tanta indignación lo que la jueza dijo a la periodista Wendy Hernández en la audiencia inicial contra Jaime Ulises Perla: “Usted debe estar acostumbrada a ese tipo de comentarios como periodista”.
Hernández fue acosada por Perla durante una transmisión en vivo cuando cubría el escrutinio final de las elecciones del pasado 28 de febrero.
Una jueza normalizando la violencia contra las mujeres. La encargada de hacer justicia justificando el acoso por la profesión de la víctima.
En la sociedad salvadoreña el acoso es normalizado por hombres y mujeres, sin importar su educación o nivel socioeconómico: Daniela Genovez, excandidata a diputada del FMLN, fue violentada por el youtuber Roberto Silva.
Silva fue acusado por expresiones de violencia contra la mujer, difusión ilegal de información y acoso a través de las tecnologías de la información y la comunicación. Su caso ha sentado un precedente debido a que pasará el proceso de instrucción en prisión.
La violencia inicia con palabras y en muchos casos continúa con golpes. El empresario de buses Genaro Ramírez fue detenido por maltrato hacia su pareja y por desobedecer una orden judicial.
Mientras que, la Fiscalía General de la República reportó al menos 15 feminicidios entre enero y febrero del presente año.
La violencia contras las mujeres es una pandemia. A diario leemos sobre casos de violencia en los periódicos o en redes sociales. Como el de una joven que escribió cómo estuvo a punto de ser privada de libertad en las cercanías de Metrosur, se salvó gracias a que saltó del microbús en el que iba y corrió hacia el centro comercial.
El 16 de abril de 2011 entró en vigencia la Ley Especial Integral para una Vida Libre de Violencia hacia las Mujeres (LEIVM), cuyo objetivo es reconocer y garantizar el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, por medio de Políticas Públicas orientadas a la detección, prevención, atención, protección, reparación y sanción de la violencia; a fin de proteger su derecho a la vida, la integridad física y moral, la libertad, la no discriminación, la dignidad, la tutela efectiva, la seguridad personal, la igualdad real y la equidad.
Además, en abril de 2010, se aprobó la Ley General de Prevención de Riesgos en los Lugares de Trabajo, que reconoce desde el principio de igualdad, como riesgos psicosociales el acoso sexual y la violencia contra las mujeres.
Pero ¿qué tanto ha cambiado la situación de las mujeres desde 2011?
Según datos del Instituto Salvadoreño para el Desarrollo de la Mujer (ISDEMU), en 2011 se reportaron 7,656 casos de violencia ante la Procuraduría General de la República, el 53.03% relacionados con la violencia psicológica. En el año 2012 se reportaron 2,816, el 51% fueron por violencia psicológica.
Datos del Observatorio de Estadísticas de Género señalan que, para el año 2015, se cometieron al menos 20,338 hechos de violencia contra las mujeres, en todo el país, con una tasa nacional aproximada de 595 hechos de violencia por 100,000 mujeres. Mientras que, de enero a junio del 2020, en plena pandemia, se reportaron 9, 176 hechos de violencia, 26 calificados como feminicidios, también según cifras del ISDEMU.
Erradicar la violencia en El Salvador no está siendo sencillo, aunque ha habido avances significativos. Por mucho tiempo, se le calificó como violencia intrafamiliar y, por lo tanto, invisibilizada en todas sus dimensiones y reducida al ámbito privado.
Pero en pleno 2021, muchas mujeres soportan toda clase de violencia en sus casas, trabajos, escuela, redes sociales, la calle… los sitios son interminables. Y la violencia va desde el acoso disfrazado de piropo, violencia económica (ganar menor por ser mujer), violencia física y violencia psicológica, etc.
Pero ¿cómo puede erradicarse la violencia cuando también la cometen los encargados de velar por que las leyes se cumplan?
Es por eso que se vuelve preocupante e indignante lo que la jueza dijo a Hernández: “Usted debe estar acostumbrada a ese tipo de comentarios como periodista”. Ninguna mujer debería escuchar esas palabras de ningún tipo de autoridad.