Si el 2020 fuera un meme sería el del perro en medio de una habitación en llamas, con cara de haber cedido ya a la locura, diciendo This is fine. Creo que pocos van a estar en desacuerdo con esta nominación, porque este año ha sido -eludamos los adjetivos fáciles- denso, y aunque todavía no acaba, los vientos de octubre simbolizan esta especie de epílogo, en el que se vuelve necesaria una severa reflexión sobre el futuro y lo que nos legó este pasado inmediato de encierro… o no.
La verdad es que la cuarentena ya nos dejó muchos -muchísimos, demasiados- textos reflexivos y contemplativos sobre la humanidad y el abismo y la muerte y la soledad y la hondura filosófica de… etcétera, etcétera, etcétera.
(Por favor, paren ya de publicar sus diarios de cuarentena. A nadie le interesa tanto. Ya sabemos de qué va, nos pasó a todos lo mismo)
Así que propongo saltarnos las sesudas digresiones, y que en su lugar hablemos de cosas más mundanas: en El Salvador se está estrenando un nuevo medio de comunicación. Este que están leyendo.
Y aunque en el entorno digital este parece un acontecimiento baladí, la verdad es que siempre estamos necesitados de nuevas voces, historias, enfoques; de otras maneras de contarnos y de entendernos.
Es cierto que Internet “democratizó” (atención a esas comillas) la potestad de opinar, sí, pero los medios de comunicación, los que se plantean con seriedad ese título, se han convertido en los grandes curadores de la información. Y si algo tenemos claro todos es que necesitamos más curadores de la información. Nos urge repensar la mass media, como diría cualquier tedtalkero.
Pero nos urge también revisar el pasado, no solo el de los últimos meses, para planificar mejor el futuro, más allá de la ineludible crisis económica, y para ello necesitamos un honesto inventario de las herramientas que nos quedan para sobrevivir al presente caótico.
Hasta el momento, la mejor forma de lograr todo esto, como sociedad, sigue siendo a través de los medios de comunicación. Te gusten o no, piensen como vos o no.
Así que, al menos de entrada, un nuevo medio entraña una buena noticia. Partamos de ahí y en el camino vamos viendo cómo se pone, o si vale o no la pena.
Como una casualidad graciosa, o síntoma de franco ingenio, este nuevo medio lleva fuego en el nombre y nació unos meses antes de que este año de meme de perro en llamas terminara.
No sabemos qué va a ser de esto. Pero si nos ponemos rigurosos, no sabemos qué va a ser de nosotros. No sabemos si el otro año otra sopita de murciélago mal cocinada le va a volver a arruinar los planes a todo el mundo -literal-, o si una nueva peste azotará esta tierra herida del Señor.
Pero si de verdad nos queremos poner sinceros, habría que decir que el 2021 suena a lugar sereno únicamente porque nuestro cerebro demanda ese placebo de fantasear con futuros mejores, como mecanismo de supervivencia. Lo único cierto es que todo es incierto.
No tenemos pruebas fehacientes de que el 2021 vaya a ser mejor que el 2020 (pequeño recordatorio: el otro año hay elecciones). No tenemos forma de determinar el mejor camino, ni cuáles son las mejores decisiones.
Pero tal vez estamos parados ante la oportunidad histórica de intentar empujar el horizonte a nuestro favor. Si no es posible cambiar el sistema, al menos ensancharlo para que quepamos todos, cómodamente.
Con el perdón de la editora, quiero terminar esta columna citando a uno de los pensadores contemporáneos más celebrados de los últimos años, Yuval Noah Harari:
“Si me preguntan por cuál será el nuevo modelo, no lo sé. Pero es urgente desarrollarlo. Los cambios tecnológicos están dejando obsoleto el antiguo sistema… Las estructuras políticas y económicas actuales se construyeron cuando no existía esa tecnología. Ahora hay que reinventar la democracia y el sistema económico”.
Yuval Noah Harari: “Ser patriota es sostener un buen sistema sanitario, pagar impuestos”. Columna publicada en El País.
Reinventar la democracia y el sistema económico exige demasiados cambios; cambios que asustan y que seguramente van a doler. Pero cada quién, desde su trinchera, debería comenzar a postular los que considere oportunos.
Lo que aquí se propone es observar la comunicación de masas desde otro ángulo, más académico, pero sin caer en lo rancio. Cultural, pero no aburrido.
Se propone encuadrar la democracia con otro lente. Desde la investigación periodística, la búsqueda estética del arte y el desparpajo de la confianza.
Y no, no tenemos forma de saber tampoco si este Fuego Cruzado nos va a consumir al solo comenzar o, por el contrario, nos va a permitir purificar un poco el ambiente tóxico de las redes sociales y las diatribas sin sentido. Pero valdrá la pena averiguarlo.
De todas maneras, ya somos ese perro colapsado en medio de una habitación incendiada. Un fuego extra no debería asustarnos.